Mr. Trejo

Ya una vez había cancelado a Guillermo Trejo para venir a mi departamento, me iba a regalar una entrevista para usarla de material en mi libro.

Fue en una tarde lluviosa cuando sonó el timbre y lo recibí con sus dientes perfectos, su voz chillona y su inseparable iPad de donde me presumió sus diseños que hace para la revista donde colabora.

Guillermo  había dado el salto desde el mismísimo Ecatepec hasta la colonia del Valle para convertirse en diseñador de la revista BETÚN.

De ahí me lo había contactado Johnny Carmona sin siquiera imaginarme que desde ese día mi vida iba a cambiar; y es que realmente no tuvo que hacer mucho ni esforzarse gran cosa, simplemente hizo algo que nadie había intentado hacer:

Hacerme reir.

Reir... esa manifestación de alegría y escándalo que siempre me caracterizó y que se me había desaparecido. Reir fue lo que Guillermo Trejo provocó en mí, una risa espontánea, ruidosa y sin ningún reparo de mi parte.

-Nunca jamás permitas que te censuren. Si les molesta tu voz y lo que tienes que sacar de ella, entonces que se vayan.

Esa noche la luz de la calle alumbró ahora mi recámara. Guillermo no solamente me regresó mi risa, también me recordó lo bonito de compartir con alguien sin restricciones, sin condiciones y sin imposiciones.

Se quedó a dormir un par de veces, fumamos porro, cantamos "Defying Gravity" de Idina  Menzel y el soundtrack de Mamma Mia, me gustaba ponerme sus lentes de armazón de pasta mientras platicábamos y me enseñaba sus nuevos diseños siempre emocionado.

Por primera vez Polanco se desvanecía, me comenzaba a regresar todo, mis horas de sueño, mi cardio de las tardes, mis ligues por la noche  y lo mejor de todo... regresaron mis recuerdos, mis amores, me regresaron mis motores y mis razones para vivir.

Al terminar marzo le envié un whatsapp a Memo diciéndole:

-El mes de marzo termina y tú fuiste lo mejor de él.

Después me fui directo a Cuernavaca  a ver el amanecer con mi mejor amigo, ese día supe que Polanco no volvería a mi vida, ni yo a la de él.